Cinco oficiales de la policía de la provincia de Buenos Aires fueron detenidos y separados de la fuerza tras ser denunciados por una compañera de 21 años por abusar sexualmente, todos ellos, de ella.
La violación en manada es una de las expresiones más explicitas del machismo; porque recuerda en primera persona que el que manda es el hombre y que no es necesario el consentimiento para satisfacer su deseo sexual; porque en ese instante el abuso de poder, la cosificación y la impunidad mandan.
Desde sus orígenes las fuerzas de seguridad han sido espacios construidos sobre la base de conductas y discursos que siempre han hecho del más débil su blanco. En ese marco, la misoginia, se ha traducido durante mucho tiempo en la imposibilidad de que las mujeres accedan a espacios de poder, pero también en la falta de respeto a su figura y la ausencia de una mirada que tenga en cuenta el impacto de esa verticalidad en sus vidas.
La violación en manada que hoy se cuela entre los diarios y los portales de noticias, es nuevamente la punta de un iceberg decidido a sostener las desigualdades contra las cuales seguimos luchando, pero también la muestra de que es necesario avanzar en la construcción de nuevas masculinidades que sean capaces de actuar ante su reconocimiento.
Los hombres tienen la enorme posibilidad de pararse frete a los espacios de opresión y el desafío de elegir no ser parte de ellos.
La joven abusada explicó que ella había accedió a mantener relaciones con un compañero en el baño del Polideportivo en el que cumplían funciones, y que aquel «se habría cruzado» con los otros cuatro cuando el primero salía del baño y los otros entraban, pero decidió no intervenir.
Crear un modelo de masculinidad hegemónica es parte intrínseca del patriarcado. Su sostenimiento y reproducción se apoyan fundamentalmente en una fuerte presión cultural y social que determina y fortalece los estereotipos que definen cómo debe (o más bien cómo se espera) que el hombre actué por el solo hecho de ser varón.
Que el machismo no te haga cómplice. Desaprender, no sólo es sinónimo de libertad, también puede ser la diferencia entre estar vivas o muertas.