En la Argentina, para el fiscal de Rawson, Fernando Rivarola, la violación en manada de seis jóvenes a una chica de 16 años semi inconsciente en 2012, fue en realidad un “desahogo sexual” y eligió el 3 de junio, el quinto NI UNA MENOS para darlo a conocer. 

En España, la definición de un caso de violación en Pozoblanco a manos de un grupo de cinco jóvenes conocidos como “La Manada de Pamplona” (por otro episodio de iguales características cometido allí), pasó por precisar si el video del aberrante episodio (porque, sí, se grabaron) había sido obtenido por la policía de manera lícita o no. Como violar en grupo no les resultó tan grave, aplicaron una pena de un año y medio a los agresores y de tres años a quien además difundió el video. 

De un lado y del otro del mapa, la misma Justicia patriarcal. Ésa que sigue debiéndole a las mujeres sentencias con perspectivas de género, que nada tienen que ver con cuan o no estén de acuerdo con el feminismo; lo que estamos discutiendo hoy tiene que ver con elegir los elementos a partir de los cuales vamos a construir la sociedad de mañana. 

Entonces nos preguntamos: ¿es con esta Justicia que deben crecer las niñas de hoy? Con una que minimiza la violación con un desahogo y las condena a crecer creyendo que otros pueden disponer de su cuerpo, o que no importa ni sirve si dicen ¡NO! ¿Con esta Justicia tienen que 

crecer les niñes en general? ¿Qué mensaje se está dando por parte de quienes nos dicen “lo que es justo”? 

Lo que queremos es que un día el criterio de igualdad de la ley se aplique primero teniendo en cuenta las brechas de desigualdad. Porque no, no somos todos iguales ante la ley si en el año 1921 las normas habilitaban al hombre a matar a la mujer “adultera”, o si en 1926 el sufragio sólo era para ellos porque las mujeres eran “incapaces relativas de derecho”. 

No ha pasado tanto de aquello que hoy parece una locura. Tampoco del camino de reconocimiento y obtención de nuevos derechos, por eso es preciso seguir avanzando. 

Hace menos de un mes en Pájaro Comunicación reflexionábamos sobre la violación en manada a la que definimos como “una de las expresiones más explicitas del machismo; porque recuerda en primera persona que el que manda es el hombre y que no es necesario el consentimiento para satisfacer su deseo sexual; porque en ese instante el abuso de poder, la cosificación y la impunidad mandan”. 

Este posteo podría terminar con aquel párrafo y un “no importa cuando leas esto”. Pero rendirse no es una opción; por eso seguiremos eligiendo el camino de la educación como el mejor para despertar conciencias, para generar disidencias y ayudar a desnaturalizar aquello que quieren vendernos con la etiqueta de “verdad”.


La foto que encabeza este artículo es del medio Clarín en un artículo que aborda la misma noticia.