En tiempos donde aún es necesario recordar la importancia de lo natural por encima de lo superficial, dar la teta sigue siendo un acto revolucionario.
Mientras los cuerpos femeninos son híper sexualizados por la cultura machista a través de discursos normalizados por las industrias del entrenamiento, la moda y la belleza, la sociedad sigue señalando la teta que se expone en público para alimentar como “lo incómodo”.
¿Por qué cuestionamos a la mujer que da el pecho en un transporte púbico y no las múltiples maneras de evitar ceder el asiento cuando las vemos subir? ¿Por qué se escandaliza la dirigencia política cuando en 2015, en la Cámara de Diputados de la República Argentina, la legisladora Victoria Donda amamantó a su hija en plena sesión, pero no se cuestionó la falta de leyes que insten a las empresas a crear ámbitos favorables para el desarrollo de la lactancia? ¿Por qué la mirada de los otres se empecina en ser disciplinadora antes que empática?
Lo que sí podemos decirles es lo que se preguntan muchas personas a pocos meses de parir: ¿Cómo podría ser posible que alguien amamante exclusivamente hasta los seis meses cuando su licencia por maternidad es de tres?
Acá es cuando la ausencia de una perspectiva de género evidencia el incumplimiento de normas, procedimientos y medidas que atentan contra los derechos de las personas y que en el caso de las refuerza el techo de cristal que les impide, bajo múltiples formas, crecer profesionalmente o alcanzar cargos de poder y con toma de decisión.
El avance de las mujeres en materia laboral es una realidad indiscutida pero que sigue desarrollándose bajo el ámbito de “una revolución estancada” donde la oferta de trabajos precarizados, la brecha salarial y la informalidad siguen siendo protagonistas. En este marco la maternidad y el derecho a amamantar terminan siendo señalados como el obstáculo.
Qué dice la ley
En Argentina la Ley de Contrato de Trabajo 20.744, art. 179° “garantiza que toda madre trabajadora disponga de dos descansos de media hora para amamantar a su hijo en el transcurso de la jornada de trabajo, al menos durante todo el primer año de vida del niño. Si el bebé no está cerca, ella podrá sumar esos descansos y trabajar una hora menos por día durante el período indicado”. Como complemento a esa norma, la Ley 26.873 de Promoción de la Lactancia Materna el Estado nacional promueve la generación de “Espacios Amigos de la Lactancia” en los ámbitos de trabajo, un lugar higiénico y privado para que la mujer pueda extraerse leche y refrigerarla.
Dos opciones, que además de insuficientes, en muchos casos son inexistentes salvo que la oferta de baños de dos por dos, compartidos, con puertas que se abren, sin mesadas, y poco higienizados que abundan en la mayoría de los trabajos, cuenten como “espacio amigo de la lactancia”.
Nadie debería escandalizarse por una teta que se expone en público, ni tampoco pasar por la presión o la vergüenza que las miradas ajenas se empecinan en construir en torno a una blusa que se manchó con leche o el tamaño de unos senos que duelen por no poder ser.
Este año el lema de la OMS redobla la apuesta y pone el foco en la soberanía alimentaria, el medio ambiente y el cambio climático
Sí, de nuevo el cuerpo como metáfora perfecta del hogar que habitamos, para ser el punto de partida de un mensaje que podría parecer individual, pero que se empodera con lo mejor que tiene para volverse más colectivo que nunca con su gratuidad, su envasado en origen, la ausencia de plásticos que contaminen, ni la necesidad de gastos de energía o emisión de gases tóxicos para su comercialización.
Una teta súper poderosa dispuesta a salvar el mundo.
¡Salud!