Cualquier otro 20 de agosto estaríamos viendo decenas de anuncios y campañas publicitarias bajo el lema de «la vuelta al cole», un eslogan que cada vez que las vacaciones de verano (en España) van tocando a su fin aterroriza a estudiantes de cualquier edad recordándoles que el receso llega a su fin. Sin embargo, en un 2020 fuertemente marcado por una pandemia global y en el que hemos tenido que adaptar la vida al confinamiento el sentimiento general es el de incertidumbre.
El calendario escolar no se ha movido y el 10 de septiembre está marcado como el comienzo de un nuevo año escolar del que se sabe entre poco y nada. Para más inri, de momento, esto es una cuestión que depende de decisiones regionales, alimentando la confusión no sólo del alumnado y sus familias, también de un cuerpo docente que, ante la aparente despreocupación de las administraciones, ya ha convocado, desde sus sindicatos, una huelga en la Comunidad de Madrid.
Mientras, la presidenta de la región pide «responsabilidad» y habla de un plan estratégico en el que se está trabajando. Plan estratégico del que nadie ha mostrado tener conocimiento y del que no se había hablado hasta la convocatoria de huelga, da qué pensar.
En cualquier caso, en Pájaro Comunicación nos queremos centrar en lo que nos atañe, en qué posibilidades suenan, la importancia de la comunicación y los medios y las consecuencias que pueden tener unas decisiones que son de todo menos triviales.
¿Vuelta al cole presencial?
Se trata de la fórmula que más nos suena a «nueva normalidad» si pensamos en los protocolos que se barajan. Recreos por grupos y manteniendo distancia de seguridad, turnos partidos, clases fuera del centro, gel desinfectante, mascarillas… En la distopía que estamos viviendo parece la opción más humana, aunque es poco probable teniendo en cuenta que la plantilla del equipo docente de los centros tendría que ampliarse considerablemente para cubrir todas esas horas, obviando la sobrecarga de tareas para el personal administrativo y de servicios.

Entre tanto, los grupos negacionistas de la pandemia y personas menos concienciadas reclaman no sólo que el curso retome las clases presenciales, sino también que lo hagan sin ningún tipo de restricción. Todo esto en medio de unos rebrotes que cada vez están más fuera de control y que ponen en cuestión la gestión regional que se está llevando desde que se diera por finalizado el Estado de alarma el pasado 21 de junio.
Todo online, ¿es posible?
Con ordenadores superveloces, webcams de alta resolución y micrófonos de estudio, así como smartphones llenos de potencia. Todo ello hace que la opción más responsable desde el punto de vista sanitario resulte tentadora. Aún así, no podemos ignorar que supondría un duro golpe tanto para quienes tendrían que volver a quedarse en casa para estar con sus hijes como para quienes poseen menos recursos. Ya lo vivimos con el final del curso pasado, la brecha digital y de clases se acentúa de sobremanera dejando a una parte del estudiantado fuera de juego. Sin acceso a los mismos medios o de la misma calidad la educación pública se desdibuja vulnerabilizando a las clases medias y, sobre todo, a las bajas. Se trata, desde me punto de vista, de la peor de las opciones posibles atendiendo a los principios democráticos que deberían regir las decisiones que se tomen.
Todo esto sin contar con el hecho de que ha habido tiempo de sentarse y reflexionar sobre lo que funciona, lo que no y cómo mejorar la comunicación con un alumnado hiperestimulado con pantallas y al que se le está privando, especialmente en las etapas más jóvenes, del factor de socialización que aporta la escuela. En el mundo adultocéntrico en que vivimos ni siquiera nos planteamos estas cuestiones parece ser.
Fómula mixta
O cómo hacer encaje de bolillos para tratar de contentar a todo el mundo. Aquí las combinaciones son tantas y tan variadas que si las analizáramos todas te tendría aquí leyendo hasta mañana. Como titulares sueltos que se barajan son hacerlos por edades con la educación infantil y primaria en el extremo más presencial y las enseñanzas superiores en el extremo más virtual o hacer turnos, semanas pares una cosa e impares otra, turnos de mañana y tarde en primaria y secundaria entre otros ejemplos. Una suerte de buenas ideas de difícil ejecución y que parece ser dejarán a su suerte a estudiantes de enseñanza universitaria.
Entonces, ¿habrá vuelta al cole?
Cualquier planteamiento tiene una parte conflictiva y desde luego supone un reto poder conformar un plan o protocolo que pueda cubrir necesidades en tantos frentes. Ahora bien, el fracaso comunicativo se torna evidente cuando estamos a 20 días de que cualesquiera que sean las medidas, tengan que ponerse en práctica y, literalmente, «nadie sabe nada».
Como reflexión añadida, pensemos en la solidez de un sistema educativo que se denota algo rancio y desfasado. Uno en el que el fracaso escolar sigue aumentando, sobre todo en los niveles más altos de enseñanza y que, a veces, actúa más como una picadora de carne que como un conjunto de herramientas para dotar de recursos y aprendizaje al alumnado.