Luego de meses de aislamiento impuestos por la cuarentena que el coronavirus instaló en todo el mundo, comenzaron los días de apertura y con ellos nuevas prácticas y comportamientos que de la mano de los protocolos marcarán los pasos de la tan promocionada “nueva normalidad”

En todo el planeta, las actividades comerciales y sociales comenzaron a fluir bajo una controlada flexibilización, que si bien se celebra en nombre de la tan ansiada libertad de esparcimiento, también instala nuevos interrogantes y temores en torno a las formas en que debemos, o podemos movernos de ahora en más.

En ese contexto la forma en que comunicamos y nos comunicamos vuelve a ser clave. Pretender que la rueda vuelva a ponerse en movimiento sin revisar el reglamento que indica cómo, es tan inútil como abrir un bar, reactivar el turismo, o dar luz verde a los vuelos sin una base informativa, clara, precisa y de fácil acceso para todas las personas.

En Argentina la semana arrancó con la reapertura de bares y restaurantes en el centro porteño, bajo estrictos protocolos que cuidan la distancia social entre mesas, el número de comensales que comparten una y el aseo constante de la vajilla por turnos, incluso aquella que no hubiese sido utilizada; entre muchas otras medidas que más allá de estar escritas en un cartel deben ser, por sobre todas las cosas, cumplidas.

Y es ahí precisamente donde la paradoja se instala, porque comunicar las acciones que tu comercio tomará será la base de mi tranquilidad y probablemente inclinen la balanza hacia una opción por encima de la otra en virtud de la seguridad que el espacio o el comercio me brinde.

Pero la cosa no se cierra ahí, es preciso contar con la responsabilidad social de las personas para que el círculo de cuidado sea realmente virtuoso. Si quien asume el trabajo y el costo de una reapertura que exige ciertas normas, no cuenta con la solidaridad de le otre el contrato social en torno a la nueva normalidad se cae.

Porque no se trata de libertades individuales sino de acciones colectivas y conscientes donde no hay lugar para los egoísmos. En ese sentido los paseos que hagamos, los espacios que visitemos o las personas a las que veamos, deben concretarse bajo una solo premisa: la de seguir cuidándonos.

Todes soñamos con volver a la mesa del bar a tomar un café, o sentarnos en la barra de siempre con la pinta en la mano. Ahora toca asumir el compromiso de hacerlo con los recaudos necesarios, para que ese disfrute puede sostenerse en el tiempo, y sean muchas más las personas que puedan concretarlo.

Administrá los tiempos, evitá las salidas innecesarias, cambiá los recorridos, ofrecé reconocimientos, hacé sugerencias; de esa manera estarás mejorando tu propia experiencia pero también dando a otres la posibilidad de vivirla.

Sólo de esa manera estaremos aportando valor a una normalidad en construcción que avanza con el altruismo, pero que lamentablemente retroceda a pasos agigantados cuando entra en escena la mezquindad.

De protocolos y comunicación

Entre el mar de novedades que trae consigo cada instancia de apertura o flexibilización comercial, adoptar herramientas digitales versátiles que entren en sintonía con las necesidades de la empresa y las expectativas del cliente, es fundamental.

Y es que más allá de los cambios que deben ajustarse en torno al uso de los espacios cerrados y los cuidados individuales de quienes trabajan o asisten a ellos, los protocolos exigen mutar de lo presencial a lo virtual respecto de muchas instancias y procedimientos que antes del coronavirus se hacían cara a cara.

En Argentina, el arribo de la temporada de turismo dio paso al armado de diversos protocolos, aún en vías de ser analizados para su posterior aprobación, que incluyen, entre otras cuestiones,  la digitalización del check-in y check-out en cuanto a la gestión de reservas para alojamientos temporarios; y de la carta o menú, para el caso de los establecimientos gastronómicos.

En la misma línea se plantea la utilización de medios digitales para la atención al público en agencias de viaje y turismo, como así también para la gestión de reservas o pagos de servicios de turismo de manera electrónica.

Asimismo se sugiere, para prestadores en general, brindar información en formato digital, con código QR o a través de la página web. En lo posible promover la compra online de todos los servicios que incluya el viaje o paseo, como pases, equipos o planes.

En la “normalidad” que se viene, complementar las modalidades, tal como lo analizábamos la semana pasada, será para quienes se animen a dar el paso, una oportunidad para optimizar el servicio que brindan a sus clientes y así de alguna forma, estar más cerca, pero con la distancia requerida.